La autonomía del paciente es un principio muy ligado a la dignidad de la persona y es la razón de ser del consentimiento informado. El consentimiento es la salvaguarda de esa autonomía.
La capacidad o competencia de comprender la situación en la que nos encontramos juega un papel importante en el concepto de autonomía, y la información es la herramienta que nos permite entender y afrontar el entorno.
Cuando somos pacientes, el estado anímico y la situación en la que nos encontramos influye directamente en nuestra capacidad. En este caso la capacidad servirá para medir qué y cómo dar la información para aquellos que están en posición de darla.
Ante un caso clínico, la persona que tiene el conocimiento y los medios para capacitar al paciente (en el sentido de ayudar a entender y afrontar la situación) es el facultativo principalmente. Como pacientes, le hacemos referente y solución -aunque hay que aclarar que no siempre la tiene-, y por eso le pedimos opinión profesional.
Inevitablemente y por inercia, éste es sobre el que recae la responsabilidad de ayudarnos a afrontar la situación y llevarla lo mejor posible dentro de las diferentes alternativas terapéuticas que se presentan. Consecuentemente es sobre el que recae el deber de informar.
Son las cuestiones que surgen tras esta reflexión, todo depende de la persona que informa, de la que es informada y de la situación. En ocasiones se ha hablado de diferentes modelos informativos como herramienta del facultativo para fortalecer la relación médico-paciente. Son modelos que podrían clasificarse en unos más empáticos con el paciente y otros más apáticos. Los primeros son aquellos que tienen en cuenta los valores del paciente y le invitan a deliberar, los segundos son más técnicos, colocan al facultativo en posición de “dador” de conocimiento científico y de técnica sin tener en cuenta la complejidad emocional ante la que se enfrenta el paciente.
Por ello cuando hablamos del documento de consentimiento informado no debemos entender un mero trámite administrativo, el documento de CI es la consecuencia del proceso comunicativo en el núcleo de la relación médico-paciente, que proporciona la información oportuna de forma verbal, capacitando al paciente para aceptar (o no) de forma consciente y consecuente la propuesta terapéutica ofrecida por su facultativo, decidiendo libremente.
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